Hay que tener mucha confianza en un proyecto para rechazar una oferta de compra de Facebook por tres mil millones de dólares. Hablamos de Snapchat, una compañía que en ese momento, 2013, acababa de cumplir tres años de vida y cuyo fundador y CEO, Evan Spiegel, tan solo tenía 23. Hoy en día, según datos del sector, la empresa podría haber alcanzado ya una valoración superior a los 20.000 millones de dólares aunque sus ingresos durante 2015 no superaron los 59 millones.
¿Qué explica que en tan poco tiempo una aplicación, cuyo uso puede resultar complejo para cualquiera que tenga más de 30 años, haya tenido tanto éxito? Una de las respuestas podría estar en el respaldo que ha recibido de los millennials, usuarios de edades comprendidas entre los 18 y 34 años, y sus hermanos pequeños, la Generación Zeta. Se estima que el 67,5% de sus usuarios tiene menos de 25 años. Es más, en un día cualquiera el 41% de todos los jóvenes de los EE.UU de entre 18 a 34 años interactúan con la plataforma.
Snapchat consiste básicamente en una aplicación de mensajería instantánea para el intercambio de archivos multimedia ya sea una foto o un video. La peculiaridad reside en que éstos desaparecen unos segundos después de ser vistos por el receptor. Una cualidad que ha servido de aliciente a los adolescentes ya que los contenidos no dejen huella y además les permite interactuar fuera de la mirada de sus mayores, lo que vendría a poner en cuestión el desinterés de las nuevas generaciones por su privacidad.
Este modelo de comunicación, inmediata y efímera, requiere que los usuarios estén constantemente visitando la aplicación, lo que crea una gran adicción entre los jóvenes. Snapchat cuenta con más de 150 millones de usuarios activos al día, 60 millones de ellos en EEUU y Canadá. El usuario promedio pasa entre 25 a 30 minutos al día en la aplicación. Además, permite editar de forma sencilla fotos añadiendo comentarios, dibujos o emoticonos, amplificando las vías en las que los adolescentes y, cada vez más, otros usuarios más mayores, se comunican.
¿Pensando en la Bolsa?
No es de extrañar, por tanto, que las marcas y los medios de comunicación tengan un gran interés por estar en ella. Sin embrago, su modelo de negocio, aunque se vaya consolidando es aún incipiente ya que, paradójicamente, lo que hace a Snapchat tan atractivo para los adolescentes constituye al mismo tiempo la principal barrera para que las marcas puedan anunciarse como lo hacen en otras plataformas. Snapchat, con permiso de Youtube y Facebook, quiere posicionarse ante los anunciantes como la plataforma alternativa a la TV.
Muchas marcas están probando y experimentando con nuevos formatos como se ha visto durante las pasada olimpiadas de Brasil. Por ello la compañía se muestra optimista y según alguna estimaciones podría cerrar 2016 con unos ingresos de 366 millones de dólares, pudiendo superar los mil millones en 2017, lo que representaría un incremento del 155%. Snapchat también ha explorado otros negocios como los micropagos o la venta de algunos productos aunque sin obtener todavía los resultados esperados.
Conscientes de estos retos, Snapchat que podríamos decir que también se encuentra en su “adolescencia”, está apostando decididamente por incrementar sus fuentes de ingresos. Ha llegado el momento de dar el salto y demostrar su capacidad de generar ingresos acordes a su valoración. Por ello la semana pasada anunció un importante cambio estratégico.
La empresa, pasará a llamarse Snap Inc, un primer paso para una posible salida a bolsa, que de producirse en 2017 sería seguramente la IPOs más importantes del año. La primera apuesta por la diversificación con esta nueva denominación es meterse de lleno en el mundo del hardware con el lanzamiento Spectacles, las primeras gafas de sol que se conectan con los teléfonos inteligentes y que pueden grabar y compartir pequeñas piezas de video.
Snap Inc tiene grandes retos por delante, mantenerse como la plataforma de referencia de los más jóvenes, al tiempo que se incorporan nuevo usuarios y conseguir incrementar los ingresos sin alterar su propia naturaleza: efímera, inmediata e informal. En definitiva, hacerse mayor sin perder el carácter “irreverente” de la adolescencia.
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